¡Padre celestial!,
¡Dios Rey del universo!
En unión con el Espíritu Santo,
Yo(…), Te pido humildemente,
que el poder de la sangre preciosa
de tu amadísimo Hijo,
mi señor Jesucristo.
Me cubra, selle, guarde, proteja,
sane, libere, me de la vida en abundancia
en todo mi ser integral.
En mi familia, mi historia, mis bienes,
las personas que dispones a mi lado,
tu voluntad sobre mi vida, mi trabajo,
mi estudio, mis funciones vitales y sociales,
los lugares en que vivo, visito
y la creación entera.
¡Tu preciosa sangre,
me libre de las tentaciones
y de todo mal!
¡Ahora y en la hora
de mi muerte! Amén.
¡Gloria al Padre,
Gloria al Hijo y
Gloria al Espíritu Santo!
¡Ahora y siempre,
por los siglos, de los siglos,
de los siglos! ¡Amén!
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